Maravillas y Misterios de Caripe

Maravillas y Misterios de Caripe

 

LIBROS EN CARIPtE

dibujo de bellermann - copia

Fuimos recibidos con las mayores atenciones por los frailes del hospicio. El padre guardián o su superior estaba ausente, pero advertido de nuestra salida de Cumaná ha-bía tomado las más solícitas medidas para que nuestra per-manencia fuese agradable. El hospital dese un patio inte-rior rodeado de galerías como los conventos de España. Me alojé en la celda del guardián, que contenía una colec-ción bastante considerable de libros. Con sorpresa encontré allí el Teatro crítico . Feijoo y las Cartas edificantes, el ?Intacto de la ekaricidad del abate Nollet. Se diría que el pro-greso de las luces se siente hasta en las selvas de la América. El más joven de los frailes capuchinos de la última misión había llevado una traducción del Química de Chaptal. Se proponía estudiar esa obra en la soledad en que había sido abandonado a sí mismo por el resto de sus días. Dudo que el deseo de instrucción se conserve en un joven religioso, aislado en las orillas del río El Tigre.

MISIONEROS SIN INTOLERANCIA

Pero lo que es positivo y honorabilfsimo para el espíritu del siglo es que durante nuestra permanencia en los conventos y misiones de la América jamás hemos experimen-tado señal alguna de intolerancia. No ignoraban los frailes de Caripe que yo había nacido en la parte protestante de Alemania. Provisto de órdenes de la Corte, no tenla nin-gún motivo de callarles ese hecho. Y sin embargo ningún signo de desconfianza, ninguna pregunta indiscreta, nin-guna tentativa de controversia disminuyeron jamás el predo de una hospitalidad ejercida con tanta lealtad y franqueza.

TIEMPO PRIMAVERAL

La temperatura media del valle de Caripe, deducida de la del mes de septiembre, parece ser de 18%5. La tempera-tura de septiembre en esta zona, según observaciones he-chas en Cumaná, apenas difiere en medio grado de la del año entero. La temperatura media de Caripe es igual a la del mes de junio en París, donde los calores extremos son sin embargo 10º más fuertes que en los días más cálidos de Caripe.

LOS CULTIVOS

La experiencia ha demostrado que el clima templado y el aire enrarecido de esta posición son singularmente favo-rables al cultivo del cafeto. El superior de los capuchinos, hombre activo e ilustrado, galardonó a su provincia este nuevo ramo de la industria agrícola. Encontramos en el conuco de la comunidad muchas plantas de hortaliza, maíz, caña de azúcar y 5.000 pies de cafetos que prometían una hermosa cosecha. Los religiosos esperaban triplicar su nú-mero dentro de pocos años. El conuco tiene el aspecto de una vasta y hermosa huerta. Los indígenas están obligados a trabajar en él todas las mañanas desde las 6 hasta las 10.

INDIOS CON VARAS

Los alcaldes y alguaciles de raza india inspeccionan los trabajos del conuco. Son ésos los grandes oficiales del Esta-do, los únicos que tienen derecho de portar vara y cuya elección depende del superior del convento. Dan ellos mucha importancia a ese derecho. Su gravedad pedantes-ca y silenciosa, su aire frío y misterioso, su gusto por la representación en la iglesia y en las asambleas de la comu-nidad, hacen sonreír a los europeos. No estábamos todavía acostumbrados a esos matices del carácter indio, que he-mos reparado idéntico, después, en el Orinoco, en México, en Perú, entre pueblos que difieren por sus costumbres y lenguajes. Los alcaldes venían todos los día al convento, menos para tratar con los frailes asuntos de la misión que so pretexto de informarse de la salud de los viajeros recién llegados. Como les dimos aguardiente, se hicieron más fre-cuentes las visitas de lo que desearían los religiosos.

cacicas 2

INDIOS BIEN TRATADOS

En todo el tiempo que pasamos en Caripe y en las demás misiones chaimas vimos tratar a los indios con dulzura. En general, las misiones . capuchinos aragoneses nos han parecido ser gobernadas conforme a un sistema de orden y disciplina que es por desgracia poco común en el Nuevo Mundo. Abusos que se deben al espíritu general de los establecimientos monásticos no pueden ser imputados a ninguna congregación en particular. El guardián del convento hace vender el producto del conuco de la comunidad, y puesto que todos los indios trabajan en él todos toman tam-bién una parte igual en la ganancia. Se les distribuye maíz, vestidos, utensilios, y a veces dinero, según se asegura. Los chaimas, de los cuales más de 15.000 habitan las mi-siones, son una nación poco belicosa.

Tienen una talla re-ducida y tales parecen sobre todo cuando se los compara, no diré con sus vecinos los caribes o con los payaguás y guaquilitas del Paraguay, igualmente notables por su esta-tura, sino con los ordinarios naturales de la América. La talla media de un chaima es de 1,57 m. Son de cuerpo re-choncho y rehecho, sus hombros en extremo anchos, pecho aplanado y los miembros todos redondos y carnosos. La expresión de su fisonomía, sin ser dura o feroz, aparece en cierto modo grave y sombría. La frente es pequeña y poco saliente. Tienen pequeñas y poco anchas las manos. Sus pies son grandes y los dedos de los pies conservan una extraordinaria movilidad.

Los chaimas todos tienen un aire de familia y esta analogía de formas, tantas veces observada por los viajeros. interesa tanto más cuanto entre los veinte y los cincuenta años no se anuncia la edad por arrugas ni por el color de los cabellos o la decrepitud Al cuerpo. Al penetrar en una cabaña se experimenta a menudo dificultad para distinguir entre personas adultas al padre del hijo y para no confundir una generación con otra.

Los chaimas, como todo pueblo semisalvaje que habita en regiones exce-sivamente cálidas, tienen una señalada aversión por los ves-tidos. Entre ellos, como entre todos los pueblos semibárba-ros, las mujeres se hallan en un estado de privaciones y sufrimientos. Los más duros trabajos son su patrimonio. Cuando vimos a los chaimas volver por la tarde de sus sementeras, no llevaba el hombre nada más que su machete. La mujer iba agobiada con un gran bulto de bananos, tenía un niño en sus brazos y otros dos se acomodaban a veces sobre la carga.

800px-Cueva del Guacharo 1874 Ferdinand Bellermann

 

LA CUEVA DEL GUÁCHARO

18 de septiembre. Lo que mayor celebridad da al valle de Caripe, después de la extraordinaria frescura del clima, es la cueva o caverna del Guácharo.

cueva

 

 

En un país amante de lo maravilloso una caverna en donde nace un río y que está habitada por miles de aves nocturnas, cuya grasa se em-plea en las misiones para aderezar los alimentos, es objeto de inagotables charlas y discusiones. La caverna, que los indios denominan una mina de gra-sa, no es. en el mismo valle de Caripe, sino a tres leguas exactas del convento. Se abre en un valle lateral que da a la sierra del Gúacharo. Nos pusimos en camino acompañados de los alcaldes o magistrado indios y de la mayor parte de los religiosos del convento. Un sendero estrecho nos condujo al principio durante hora y media. Por tres cuar-tc,s de hora se va subiendo, ya entre el agua, que es poco honda, ya entre el torrente y una pared de rocas por un terreno sumamente resbaladizo y fangoso.

Cuando al pie del alto cerro del Guácharo ya no se está a más de 400 pasos de la caverna, aún no se ve todavía la abertura de ésta. El torrente se desliza por una grieta exca-vada por las aguas y se va caminando por debajo de una y en la última vuelta se halla uno de súbito colocado ante la abertura inmensa de la gruta. Su apertura es hasta cierto punto imponente, aun a los ojos de quienes están acostumbrados a las escenas pintorescas de los Altos Alpes. Si por una parte la configuración de las grutas, el resplandor de las estalactitas y todos los fenómenos de la naturaleza inorgánica presentan palmarias analogías, también por la otra la majestuosa vegetación equinoccial da a la altura de esta caverna un carácter individual. La cueva del Guácharo horada en corte vertical un peñón.

La entrada mira hacia el Sur y es una bóveda de 80 pies de ancho y 72 de alto. Con una aproximación de cerca de un quinto, . igual a la elevación de la columnata del Louvre. El peñasco sobrepuesto a la gruta está coronado de árboles de tamaño gigantesco. La entrada de las grutas como la vista de las cascadas: su posición más o menos imponente es lo que constituye el principal encanto, lo que, por decirlo así, determina el carácter del paisaje. Qué con-traste entre la cueva de Caripe y esas cavernas del Norte sombreadas por encinas y lóbregos alerces.

Bellermann La Cueva del Gucharo en Caripe oleo sobre cartn Museo de Berlin

 

HASTA DONDE LLEGA LA LUZ

Pero no solamente embellece este lujo de la vegetación la bóveda exterior, sino que se muestra aun en el vestíbulo de la gruta. Vimos con asombro soberbias heliconias, de hojas como de bananero, que llegaban a I8 pies de altura, la palmera Praga y Arum arborescente siguiendo por las orillas del arroyo hasta cerca de estos lugares subterráneos. La vegetación continúa cn la caverna de Caripee como en esas grietas profundas de los Andes que no disfrutan más que de una semiclaridad. Medimos el camino por medio de una cuerda y caminamos cosa de 430 pies sin necesidad de encender hachones. La luz del día penetra hasta esta región porque la gruta no forma sino un solo canal que guarda la misma dirección de Sureste a Noreste. Allí es donde la luz comienza a desvanecerse. A lo lejos se oye A rauco son de las aves nocturnas que los naturalistas creen ser exclusivamente propias de estos lugares subterráneos.

ave guacharo

EL GUACHARO

El guácharo es del tamaño de nuestras gallinas, tiene el pico de los chotacabras y los procnivas, la traza de los buitres cuyo pico ganchudo está rodeado de mechones de cer-das rígidas. El plumaje del guácharo es de un color subido gris azulado, mezclado de pequeñas estrías y puntos negros. La cabeza, alas y cola están marcadas de grandes manchas blancas de figura acorazonada y ribeteadas de negro. Los destellos del día lastiman Es ojos del pájaro, que son azules y más chicos que los de los chotacabras o sapos voladores. Las alas se componen de 17 a 18 rémiges y sus brazas son de tres y medio pies. El guácharo deja la caverna al entrar la noche, en especial cuando brilla la luna. Es casi la única ave nocturna frugívora que conozcamos hasta hoy día y la conformación de sus pies prueba que no caza al modo de nuestros búhos. Se nutre de frutos muy duros. Los indios aseguran que el guácharo no persigue ni a los insectos lamelicornes ni a las falenas que sirven de nutrimento a los chotacabras.

RUIDO DE PÁJAROS

Difícil es tener una idea del espantable ruido que hacen en la parte oscura de la caverna millaradas de estas aves. Sólo puede compararse al ruido de nuestras cornejas que viven en sociedad en las selvas de pinos del Norte. Los so-nidos agudos y penetrantes de los guácharos se reflejan en las bóvedas peñascosas y el eco los repite en el fondo de la caverna. Los indios nos mostraban los nidos de estas aves fijando las antorchas en el cabo de una larga percha. Estos nidos se encontraban a 50 o 60 pies de altura por encima de nosotros, en agujeros en forma de embudos con que está acribillado el sofito de la gruta. Crece este ruido a me-dida que se avanza y que las aves se asustan con la luz que esparcen las antorchas de copal, y cuando cesaba por algu-nos minutos junto a nosotros se oía a los lejos los quejum-brosos chillidos de las aves que anidaban en otros compar-timientos de la caverna. Era como si aquellas bandadas se contestaran alternativamente.

Escuchar aquí ruido de guácharos

 

LA COSECHA DE LA MANTECA

Los indios penetran en la cueva una vez al año, en las fiestas de San Juan, armados de pértigas por medio de las cuales destruyen la mayor parte de los nidos. Matan por esa época varios millares de aves. Las adultas, como para defender sus nidadas, revolotean por encima de las cabezas de los indios lanzando horribles chillidos. Las jóvenes, los pollos de guácharos, que caen por tierra son destripadas al instante.

oilbird chicks

Este peritoneo está fuertemente cargado de grasa y una capa adiposa se prolonga desde el abdomen hasta el ano formando una suerte de pelota entre las piernas del ave. Esta abundancia de grasa en animales frugívo-ros no expuestos a la luz, y muy poco hechos a movimientos musculares, recuerda lo que hace mucho tiempo se ha observado en la ceba de patos y reses y es sabido cuánto favorecen a esta operación la oscuridad y el reposo. Las aves nocturnas de Europa son flacas porque, en lugar de alimentarse con frutas como el guácharo, viven del poco abundante producto de sus cacerías. En la época vulgarmente llamada en Caripe la cosecha de la manteca, cons-truyen los indios enramadas de hojas de palmera junto a la entrada y el vestíbulo mismo de la caverna.

Todavía vimos algunos vestigios de ellas. Allí, a fuego de chamarasca, se funde la grasa de los polluelos recién muertos y se la vacía en cacharros de arcilla. Esta grasa se conoce con el nombre de manteca o aceite de guácharo. Tal es su pureza que se la conserva por más de un año sin que se enrancie. En la co-cina de los frailes del convento de Caripe no se usa otro aceite que el de la caverna y jamás observamos que diese a las viandas gusto y olor desagradables.

LOS DUEÑOS DE LA CAVERNA

La cantidad recogida de este aceite apenas corresponde a la carnicería que anualmente hacen los indios en la gruta. Parece que no se recogen más de 150 a 160 botellas de manteca bien pura, de 44 pulgadas cúbicas cada una. Lo demás, que es lo menos transparente, se guarda en gran-des vasijas de tierra. En Caripe es muy antiguo el uso del aceite de guácharo y los misioneros no han hecho más que regularizar el método de extraerlo. Los hombres de una familia indígena de nombre Morocoima pretenden ser los propietarios legítimos de la caverna, como descendientes de los primeros colonos del valle y se arrogan el monopo-lio de la manteca. Pero, gracias a las instituciones monaca-les, sus derechos no son hoy más que honoríficos.

SEMILLAS DEGUÁCHAROS

Hace tiempo se habría extinguido la raza de los guácharos si no favoreciesen su conservación varias circunstan-cias. Contenidos por sus ideas supersticiosas, los indígenas no tienen a menudo el atrevimiento de entrarse muy adelance en la gruta. Parece también que aves de la misma especie habitan en cavernas contiguas, que son demasiado estrechas para ser accesibles al hombre. Quizás la caverna grande es repoblada por colonias que abandonan esas grutas pequeñas porque los misioneros nos han asegurado que hasta ahora no se ha observado que disminuye sensible-mente la copia de las aves. Al puerto de Cumaná se bao enviado guácharos jóvenes, que han vivido allí varios días sin tomar alimento alguno, no siendo de su agrado las se-millas que se les han ofrecido Cuando se abre en la caverna el buche y el estómago de un pollastro hallan allí los natu-rales toda especie de frutos duros y secos, que bajo el ex-travagante nombre de semillas de guácharo suministran un remedio celebradísimo contra las fiebres intermitentes. Las aves crecidas son las que llevan estas semillas a sus polluelos. Se las recoge cuidadosamente para enviarlas a los enfermos de Cariaco y otros lugares paludosos de las r-giones bajas.

RIO SUBTERRÁNEO

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Recorriendo siempre la caverna, seguimos por las orillas de un riachuelo que en ella nace y tiene de 28 a 30 pies de ancho Se anda por sus riberas por el tiempo que lo permiten las colinas formadas de incrustaciones calcáreas. Supimos con sorpresa que este arroyo subterráneo es origen del río Caripe, que a algunas leguas de distancia, ya reunido con el pequeño río de Santa Marta, es navegable por medio de piraguas.

Cueva Guacharo Ene 07

EN EL FONDO DE LA CAVERNA

En una distancia medida con exactitud de 472 metros la gruta de Caripe conserva una misma direcci6n, una misma anchura y su primitiva altura de 60 a 70 pies. No he visto caverna alguna en ambos continentes que tenga una estructura tan uniforme y regular. Muy dificultoso nos fue persuadir a los indios de traspasar la parte anterior de la gruta, que es la única que frecuentan anualmente para re-coger allí la grasa. Menester fue toda la autoridad de los padres para hacerlos avanzar hasta el paraje donde el sue-lo se levanta de pronto con una inclinación de 60º, formando el torrente una pequeña cascada subterránea. Los indígenas abrigan ideas místicas acerca de este antro habitado por aves nocturnas.

Creen que las almas de los antepasados habitan en el fondo de la caverna. El hombre, dicen ellos, debe temer lugares que no están alumbrados por el sol, Ziz, ni por la 1, N. Ir a juntarse con los guácharos es ir a juntarse con sus padres, es morir. Así es que los mágicos piaches y los benéficos imoron practican sus prestidigitaciones nocturnas a la entrada de la caverna para con-jurar al jefe de los espíritus malos, Ivorokiamo.

Las tinieblas se adhieren dondequiera a la idea de la muerte. La gruta de Caripe es el Tártaro de los griegos y los guácharos que revolotean sobre el torrente lazando gritos quejumbrosos recuerdan las aves estigias. La lejana claridad del día contrastaba con las únieblas que nos envolvían en estos vastos subterráneos. Habíamos descargado nuestros fusiles como al azar, allí donde los graznidos de las aves nocturnas y su aleteo permitían sospechar que había juntos gran número de nidos. Después de varias tentativas inútiles logró el Sr. Bonpland matar dos guácharos que, deslumbrados por la luz de nuestras teas, parecían perseguirnos. Esta circunstancia me procuró maneras de dibujar esta ave,q fue desconodida por los naturalistas.

Humboldt and Bonplant in the Jungle

Subimos no sin trabajo la pequeña colina de donde desciende el arroyo subterráneo. Vimos cómo se estrechaba sensiblemente la gruta, no conservando más de 40 pies de altura y cómo se prolongaba al Noreste sin des-viarse de dirección primitiva que es paralela a la del gran valle de Caripe.

ESTALACTITAS

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En el punto en que d río forma la cascada subterránea es donde se presenta de una manera bien pintoresca el c-llado cubierto de vegetación,y opuesto a la boca de la gruta. Se le distinguen en el extremo de un conducto derecho de 240 toesas de longitud. Las estalactitas que bajan de la bóveda, que asemejan columnas suspendidas en el aire, se destacan sobre el fondo verdecido. La abertura de la caverna aparece singularmente estrechada y la vimos iluminada con la viva luz que reflejan a un tiempo el cielo, las plantas y los peñascos.

VEGETACIÓN ESCONDIDA

Anduvimos por un barro espeso hasta un paraje en que vimos con asombro los progresos de la vegetación subterránea. Los frutos que llevan las aves a la gruta para ali-mentar sus polluelos germinan dondequiera que pueden fijarse sobre d mantillo que cubre las incrustaciones cal-áreas. Tallos estrellados y provistos de algunos rudimenos de hojas tenían hasta dos pies de alto. Era imposible reconocer específicamente las plantas cuya forma, color y facha entera se habían alterado ,r la fa.. luz. Estos vestigios de la organización en medio de las tinieblas tocaban vivamente la curiosidad de los naturales, por lo demás tan estúpidos y difíciles de conmover. Los examinaban con ese recogimiento silencioso que les inspira 1.111 lugar que les era al parecer formidable. Era de suponer que esos vegeta-les subterráneos, pálidos y desfigurados les parecían fantasmas extrañados de la superficie de la tierra.

EXPLORACIÓN INTERUMPIDA

No pudieron los misioneros, a pesar de su autoridad, obtener de los indios que penetrasen más adelante en la caverna. Fue preciso ceder a la pusilanimidad de nuestros guías y volver sobre nuestros pasos. Parece ser que un obispo de Santo Tomás de Guayana había llegado más allá que 69 nosotros. Había medido cerca de 2.500 pies (960 varas) desde la boca hasta el lugar en que se detuvo, aunque la caverna se prolongaba aún más.

REGRESO A LA LUZ

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Seguimos el curso del torrente para salir de la caverna. Antes que deslumbrara nuestra vista la luz del día vimos centellear fuera de la gruta el agua del río que se ocultaba bajo el follaje de los árboles. Era como un cuadro colocado en la lejanía a la que servía de marco la apertura de la caverna. Nos cuesta trabajo persuadirnos de que el nombre de la gruta de Caripe hubiera podido permanecer hasta entonces enteramente desconocido en Europa. Los guácharos por sí solos hubieran bastado para hacerla célebre.

TEMPERATURA DE LA CUEVA

En toda la caverna encontramos en el mes de septiembre la temperatura del aire interior entre 18º,4 y 110,9 del termómetro centesimal. La atmósfera exterior estaba a 16*,2. A la entrada de la caverna el termómetro se sostenía en el aire a 11%6, pero metida en el agua del riachuelo subterráneo marcaba, hasta en el fondo de la caverna, 162,8.

LAS  RUTINAS DEL INVESTIGADOR

Baron Alexander von Humboldt by Julius Schrader 1859 retouched

Los días que pasamos en el convento de los capuchinos corrieron harto rápidamente, no obstante que nuestra existencia era tan sencilla como uniforme. Desde la salida del sol hasta la entrada de la noche recorríamos la selva y los cerros cercanos para recoger plantas de las que nunca habíamos hecho recolección mayor. Después de pasar casi todo el día al aire libre nos ocupábamos en la tarde, al volver al convento, en redactar notas, secar nuestras plantas y dibujar las que nos parecían formar géneros nuevos. Los frailes nos dejaban gozar de toda nuestra libertad. Por desgracia el cielo brumoso era poco favorable a las observaciones astronómicas.

 

 

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