Caripe y La Cueva del Guácharo

Caripe y La Cueva del Guácharo

Su nombre ha quedado plasmado para la posteridad en un estrecho paso. A continuación se presenta la traducción de las partes 6 y 7 de sus cartas de viaje, publicadas en el periódico alemán Tägliche Rundschau, los días 2 y 5 de noviembre de 1890 (Scharffenorth, 1890).

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Caripe y la cueva del guácharo. Por Alfred Scharffenorth, 1890

Desde esta Maturín y dirigiéndonos hacia el norte, primeramente pasamos por sabanas pobladas de grandes rebaños de ganado y con muchos ríos pequeños, hasta el pueblo de Chaguaramal, a unos 50 km de Maturín. A partir de aquí la fertilidad disminuye a medida que avanzamos en esa dirección, la tierra se hace más seca porque aparentemente no hay mucha agua, los matorrales se hacen cada vez menos densos, así pronto sólo vemos mimosas con extrañas coronas y también diferentes bromeliáceas, al lado de muy grandes cactus, como los únicos representantes de la flora. Las tierras ubicadas a una hora antes de llegar a la pequeña ciudad de Aragua, a más o menos 90 km de Maturín, nos dan una impresión bastante triste ya que la naturaleza parece estar adormecida, no se oyen los cantos de los pájaros y, las chicharras parecen ser los únicos seres que se pueden oír.

Al otro lado de Aragua después de haber pasado el río Aragua, que no es el mismo río Aragua que mencioné cerca de Barcelona, con su agua fría y bien clara, el escenario cambia completamente y nos encontramos al pie de montañas muy bonitas, además ricas en una gran variedad de plantas que sustituyen al casi desierto de la parte anterior. A ambos lados del camino se ven plantaciones, muchos ríos descienden de las alturas. Luego pasamos por un barranco con altos árboles cubiertos de enredaderas y orquídeas como Cattleya y Oncidium; también hay naguas, manacas, palmas reales, cambures, que presentan una mezcla interesante. Al continuar el ascenso el camino se hace bastante malo, hay menos plantaciones y también menos casas, pueblos, etc. Después llegamos al hermoso valle de Guanaguana, con cultivos de un tabaco especialmente apreciado en Venezuela, para luego pasar por el pueblo del mismo nombre, Guanaguana.

Continuando la marcha el camino es muy irregular, y tanto a la derecha como a la izquierda hay barrancos bastante profundos y muchas veces se hace muy angosto, así que tenemos que andar con mucho cuidado. Luego llegamos a La Cuchilla, una montaña de 1.068 m de altura que separa los valles de Guanaguana y Caripe, aquí se nos presenta una vista muy hermosa. Por debajo de nosotros vemos las montañas por donde subimos pocas horas atrás, y casi como juguetes se ven los pequeños pueblitos, y más hacia el sur finalmente se divisan los llanos de Maturín. Una bruma se extiende por encima de todo lo anterior, que nos da la impresión de ser un gran lago; allí podemos oír los vientos en los barrancos por debajo de nosotros, como si fuera el ruido de las olas del mar contra las costas.

A partir de aquí el camino es descendente y a veces muy escarpado, de manera que alguien montado a caballo debe hacerlo con mucho cuidado. Ahora al frente de nosotros aparece el valle del Guácharo con una rica vegetación tropical. A la derecha está el riachuelo de La Cuchilla que baja de la montaña con muchas cascadas, grandes y pequeñas, y estamos rodeados de campos de cambures, así como también de los árboles que dan sombra a las plantaciones de café. Luego pasamos un pequeño pueblo llamado El Socorro y el camino sigue a través del “valle de la Pinna”2 y Amanita a la derecha, mientras que a la izquierda se ven las muy elevadas montañas cubiertas de bosque. Al continuar la marcha, el camino se hace más y más pintoresco y se nota la fertilidad del suelo, de manera que tanto en los valles como en las laderas se hacen más frecuentes los cultivos de café. Poco a poco nos fuimos acercando a la pequeña ciudad de Caripe, hasta que muy pronto pudimos ver las primeras casas de esa agradable población, que se encuentra en una estupenda ubicación.

Caripe está localizado a 803 m sobre el nivel del mar, en un valle con grandes bellezas naturales, muy rico por su fertilidad y con un clima muy sano. En la noche la temperatura promedio es de más o menos 15°C y durante el día de unos 23°C. Durante el tiempo que estuve allí, en los meses de julio y agosto, es decir, en el tiempo que es más cálido, en un amanecer registré 13°C como la temperatura más baja, en un mediodía medí 28°C como la máxima temperatura. Este es el mismo intervalo de temperaturas que hay en la Alemania Central durante el verano. Por eso parece natural ver que en este valle, haya prácticamente los mismos frutos vegetales que crecen en el verano en Alemania.

Durante el tiempo colonial español, los religiosos plantaron con mucho éxito todo tipo de cultivos, como cereales, frutas y también vides. Pero la gente que ahora vive aquí parece bastante perezosa como para dedicarse a esos cultivos, ya que a lo más que se dedican es a sembrar verduras, lo cual aparentemente les da suficientes ingresos. En una oportunidad llegué a ver en el suelo y sin cuido alguno, un repollo de 30 libras o más de peso.

El producto más importante de Caripe es el café, cuya excelencia es reconocida también fuera de Venezuela. La cosecha anual alcanza los 10.000 quintales de 50 kg. Cerca del pueblo también se planta tabaco con mucho provecho, sobre todo en el valle vecino de Guácharo, cerca de la muy conocida cueva, de la cual voy a hablar más adelante con detalle. El tabaco es de una calidad y aroma superior, de manera que a los conocedores les gusta aún más que el tabaco Habano, pero desafortunadamente la producción es muy limitada, de manera que no es suficiente para las necesidades del país y por consiguiente no alcanza en absoluto para la exportación.

Como curiosidad, en Caripe se puede mencionar el viejo monasterio, donde Alejandro de Humboldt estuvo alojado por bastante tiempo, cuya fachada está todavía bastante bien preservada. Esta edificación fue destruida en el año de 1814 por las tropas realistas bajo el mando del General Boves. En la pequeña iglesia cercana se preservan algunos pocos objetos que se escaparon de la destrucción, como por ejemplo el altar, el cual ha durado, el púlpito muy bien pintado, así como algunas pinturas y óleos de Cristo, María y San Antonio y una obra del Juicio Final.

El ambiente de Caripe ofrece una gran belleza respecto a su naturaleza la cual es muy variada y puede ser un campo rico para estudios botánicos, especialmente en el valle de Teresén que se une hacia el norte del valle de Caripe, el cual también es muy rico en su flora. Aquí es donde las plantaciones de café resultan con los mejores rendimientos.

El punto más interesante de toda el área es sin embargo la Cueva del Guácharo, una gruta muy bella con muchas estalactitas, de manera que todos los que viajan por el oriente de Venezuela tendrían que visitarla.

Inmediatamente después de mi llegada a Caripe, hice las diligencias necesarias para encontrar a alguien que me pudiera acompañar a la cueva y que me pudiera suministrar las antorchas necesarias. Esta son hechas de la madera de una planta que se llama Copernica tectorum la cual es una bonita palma de unos 5 m de altura, que al quemarla produce poco humo y da una luz muy clara y suave. Cuando todo estuvo organizado salí muy temprano hacia el pueblito de Socorro, y luego después de una media hora a caballo llegué a la plantación de café del Sr. Don Ezequiel Gómez, dueño de las tierras donde se encuentra la Cueva del Guácharo. El Sr. Gómez es uno de los mejores conocedores de la cueva, quien me recibió con la típica hospitalidad venezolana y se ofreció a ayudarme a conocer la cueva. Pasamos a través de sus plantaciones y atravesamos el pequeño río Guácharo, que tiene su origen en la misma Cueva. Después nos internamos por una selva y pasamos al lado de un peñasco cubierto por una fuerte vegetación tropical, luego otra vez pasamos el río ya mencionado y de repente nos encontramos frente a la boca de la Cueva.

En mis viajes he tenido la costumbre de no documentarme mucho previamente sobre los lugares a visitar, es decir de tratar de no tener opiniones previas, y por eso casi nunca he tenido desilusiones. Si bien yo creo que todos podemos tener una imagen preconcebida de la Cueva del Guácharo, como típico alemán, pero esta obra de la naturaleza nos causa una fuerte impresión. Entre la vegetación tropical destacan muchos tipos de orquídeas, crotón y pelagonias, formas fantásticas como begonias de color violeta, rojo y amarillo, oralias y solandras, así como árboles gigantescos cubiertos de musgo. El gigantesco portal de la cueva, de 25 m de altura se abre frente a nosotros; hay estalactitas que bajan del techo, la cueva forma un gran domo y sus contrafuertes se ven más y más oscuros hacia adentro, hasta perderse en la oscuridad de la gruta.

Después de habernos quitado los zapatos -porque uno puede caminar descalzo sin problemas- entramos a la cueva, acompañados de cuatro hombres con antorchas, siempre siguiendo el pequeño riachuelo ya mencionado que tiene su origen en el interior de la misma. La luz del día todavía alumbra el interior y nos permite observar las rocas que tienen una altura de 18 m. Después de haber marchado unos 300 m, todo se hace muy oscuro de manera que sin la luz de las antorchas no se puede distinguir nada. Aquí se oye el fuerte graznar y los gritos de los pájaros que se repiten con un eco, igualmente nos reciben muchas sombras que parecen volar alrededor de nosotros, estos son los pájaros guácharos que reciben la luz de las antorchas con un estruendoso ruido.

Guacharo-Caripe-Steatornis-caripensis

El guácharo (Steatornis caripensis) pertenece a la familia de las chotacabras, tiene una longitud de medio metro y una envergadura de más de un metro3. Su color es castaño-marrón con manchas. Miles de individuos de este pájaro viven en la primera parte de la cueva. Sin embargo, está solamente en los lugares oscuros porque es nocturno y por consiguiente no le gusta la luz. Su carne es muy delicada y huele muy bien, pero tiene mucha grasa. En el día de San Juan, el 24 de junio, se organiza una cacería, matando en esa ocasión a miles de ejemplares, principalmente para extraer la grasa, la cual es incolora y da un aceite que sirve para preparar comida y tiene la ventaja de no ponerse rancia. La carne es ahumada y luego la guardan en lugares frescos, donde se conserva por mucho tiempo.

Adelantándose mis compañeros, recogieron semillas de Mataca, que se encuentra en todas partes del suelo (Psychotria arborea, familia de las Rubiaceas). Esta fruta es la comida de los pájaros quienes la regurgitan no estando completamente digeridas por los ácidos gástricos. Aparentemente es buena como medicina para problemas estomacales. El guano de los guácharos se ha acumulado por centenares de años y cubre el suelo con una altura de varios metros, es un excelente abono pero los habitantes de los alrededores casi no lo usan4.

A unos 200 m más adentro el piso de la cueva se eleva a unos 25 grados y seguir adelante puede ser hasta cierto punto peligroso, porque el piso es resbaladizo y no ofrece seguridad, además hay piedras afiladas que pueden lastimar los pies. Después de otros 75 m, el piso tiene una pendiente de unos 60 grados y la cueva se hace mucho más estrecha.

Más adelante llegamos al final de la primera parte de la cueva. De ahí se baja por un resquicio que se llama “La Puerta del Silencio”, el cual es un conducto que se une a la segunda parte de la cueva. Fue aquí donde los acompañantes de Humboldt no quisieron avanzar más, probablemente por las supersticiones o simplemente no querían continuar5.

A nosotros también nos costo un poco convencerlos, ya que no sabían adonde llevaba o si había serpientes u otras alimañas6. Pero avanzamos, a veces resbalando y chocando con las rocas hasta que al fin llegamos a la segunda sección. Allí nos recibe un silencio total, ya que no hay pájaros y sus gritos no pueden pasar por el grueso muro de roca. Aquí aparecen hermosas formaciones rocosas como estalactitas de todos tamaños, de diferentes formas y algunas como órganos. De la gruta principal se separa una gruta pequeña, pero casi no se puede alcanzar ya que se debe trepar por una pared casi vertical, esta parte se llama la “Sala de las Campanas”, ya que casi todas las estalactitas presentes son huecas y suenan cuando se las toca, tal como una campana.

Luego pasamos por un paso bastante difícil de unos 29 m de largo7 y unos 58 m hacia arriba, llegamos a la tercera parte de la cueva, sin duda la más bella de todas, con el brillo de miles y miles de diamantes, con todos los colores del arco iris. A nosotros nos pareció como la realización de un cuento de las mil y una noches. Allí encendí una bengala con llamas rojas y verdes produciendo un efecto maravilloso, mis acompañantes indios que nunca habían visto una cosa así se asombraron y casi se quedaron rígidos. Esta parte se llama el “Cuarto Maravilloso”8, tiene más o menos 100 m de largo y se encuentra a unos 180 m por encima del nivel de la entrada, la cual está a 1086 m s.n.m.

Al final de la segunda parte de la Cueva, el pequeño río Guácharo forma una pequeña poza de una profundidad de unos 1,5 m, hasta aquí habían avanzado todos los visitantes anteriores9, de modo que en la pared derecha la encontré cubierta con nombres, entre otros pude leer “A. Goering 1-4-67”10, un nombre que probablemente conozcan los que leen “Garten Laube”. Más o menos a unos 5 m por encima del agua vimos una fisura en la pared. Mi guía el Sr. Gómez me dijo que en el año 1882 trató de pasar por esa grieta y lo hizo con bastante dificultad, le pregunté si estaba dispuesto a intentarlo otra vez conmigo, pero entonces me contó todo el peligro que constituía el continuar por ese pasaje. Con la ayuda de los indios pude subir esa pared vertical, entrando a la grieta. Ella fue lo suficientemente grande para dejar pasar mi cuerpo, más adentro se va bajando y en la negra profundidad oí el susurro del pequeño río. Así que solamente pulgada por pulgada, con mi espalda contra la pared pude moverme hacia adentro, en todo momento temiendo caer hacia abajo donde probablemente no podría salir con los miembros sanos. De esa manera y con un gran esfuerzo, con la espalda, manos y rodillas cortadas, llegué a una galería de unos 20 m de longitud11.

El techo de esa parte estaba cubierto casi completamente de yeso12, ya que aquí no se ven estalactitas. Al igual que en la parte anterior, el pequeño río Guácharo aquí también forma una poza con una profundidad bastante grande. En la parte más interna de esta sección las rocas se encuentran encima del agua dejando una apertura de unos 2 pies, donde sin embargo se ve por debajo del agua que tiene unas dimensiones mayores así que pasé nadando13.

Ya pasada esta poza se llega a otra subdivisión de la cueva, más pequeña que la anterior y es la más interna de la misma. Está completamente llena por un lago de bastante profundidad, y buceando no se puede llegar al fondo. El agua es muy clara, pero tan fría que tuve que moverme constantemente para no enfriarme. La uniforme pared de esa cueva no tiene ninguna hendidura, ni lugares abiertos a excepción de un hueco pequeño de más o menos 10 cm en su bóveda, por la cual el aire fluye como por un ventilador14, esto es una prueba de que la cueva, aquí, tiene una conexión con el exterior.

Luego de haber grabado con mi cuchillo las letras de mi nombre en la pared, comencé a retirarme, con la consciencia orgullosa de haber sido el primero en llegar al final más extremo de la famosa Cueva del Guácharo.

Comentarios y conclusiones

Con las cartas de viaje del Dr. Alfred Scharffenorth, finalmente se develan las incógnitas que previamente se tenían sobre el “Paso de Scharffenorth” de la Cueva del Guácharo, por lo cual opinamos que el nombre del citado Paso parece muy apropiado y un honor bien merecido por nuestro geólogo alemán.

El escrito de Scharffenorth, también nos revela otro personaje previamente desconocido en el ámbito de las exploraciones de la Cueva: Don Ezequiel Gómez. Él era el propietario de las tierras donde se encuentra la Cueva y además según nos cuenta el viajero, el “mejor conocedor de la Cueva” e inclusive nos informa que en 1882 había explorado el sector más adentro de la hoy llamada “Poza de Humboldt”. Aquí queda la duda si ocho años ante que Scharffenorth, el Sr. Gómez pudo al menos haber llegado hasta el mismo “Paso de Scharffenorth” e inclusive quizás esa decena adicional de metros hasta el inicio del Paso del Viento. El caso es que una vez recorrido el pasadizo alto y relativamente estrecho sobre la “Poza de Humboldt” y se vuelve a alcanzar el arroyo, el avance es a través de una galería cómoda sin ninguna obstrucción.

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