Reportajes

En Caripe, el jardín de Oriente, ve la luz por primera vez José Calazan Malavé Brito, Calazan como lo conocía todo el pueblo y nace en una familia numerosas como las de antes, fruto de José Encarnación Malavé, caficultor y comerciante ganadero y Justa Brito abnegada madre y excelente costurera. Su infancia se desarrolla rodeado de un nutrido racimo de hermanos Margot, Nora, Lourdes, Mercedes, Esperanza, Haydee, Enrique y Hernán.

Su base moral y humana se vio definitivamente influenciada por el fuerte y afable carácter de su padre. De allí su constante, única, loable y siempre presente actitud de hacer sentir bien a los demás. Calazan se une en lazos a María Madrid y quien permaneció a su lado toda la vida.
Hombre sereno, pero inquieto, cauto pero audaz, amable, bondadoso, muy estricto e incansable trabajador. De su padre también heredó su indetenible vocación emprendedora; la primera vez que comienza a destacar su nombre socialmente fue por allá en los años 60, cuando un pueblo pujante con un bullir de actividad comercial y agrícola demandaba también la imperiosa necesidad del esparcimiento y fue en el Club Campestre Los Bucares de la mano de Calazan dónde comenzaron a auspiciarse los más relevantes acontecimientos sociales de Caripe para esa época. Aquí se exhibían las mejores galas, celebraban grandes bailes y verbenas por todo lo alto. Y fue aquí donde Calazan comenzaba a dejar huella en la vida social de Caripe con su vocación por agradar, servir atender, agasajar y darlo todo por hacer sentir bien. En el club Los Bucares se escucharon las mejores orquestas nacionales y regionales, grandes artistas de renombre y estaban al alcance de todo el pueblo gracias a la visión emprendedora de nuestro personaje.

A Calazan la vida, siempre lo puso a prueba. La exitosa trayectoria de Los bucares llego a su cenit y el destino le exigió un nuevo reto y él como siempre respondió como solo sabía hacerlo, trabajando. Así comienza una de sus facetas más relevantes de su vida y la que dejó una huella indeleble en su vida y en la de Caripe. Calazan comenzó a cultivar flores y fuimos testigos de como El Copey, caserío en las montañas en la parte norte del pueblo, se cubría con una alfombra multicolor de las más variadas y perfumadas flores posible. Mientras los agricultores bajaban sus camiones cargados de naranjas, café, hortalizas, la camioneta de Calazan bajaba cargada de flores.

Flores que se repartían en las diferentes floristerías del pueblo y que se transportaban a muchos pueblos cercanos. Entretanto en centro del pueblo María gerenciaba su modesta tienda de ropa y mercería donde nunca faltaban varios recipientes llenos de aquellas olorosas y multicolores flores de Calazan.
Fueron muchos años en los que se dedicó a este oficio, labor que lo convirtió en el hombre de las flores. Tal fue su reconocimiento que en el conocido y popular juego de carta oriental llamado Truco, en Caripe al ligar flor, 3 cartas de la misma pinta,.. Se exclamaba... "De casa de Calazan vengo".

Los tiempos convulsos de la economía del país obligan a la familia Malave Brito trasladarse a Caracas, la mayoría de sus hermanos y sus padres deciden buscar en la capital nuevas alternativas. Pero Calazan se queda en Caripe con su hermana Mercedes, una vez más acepta el reto de la vida y se reinventa, busca otras alternativas de subsistencia, cultivar fresas, hortalizas y es entonces cuando llego literalmente a lo más alto en una hermosa colina del Copey de donde se divisa una espectacular panorámica completa del pueblo, decide construir su morada, convierte aquel lugar en un vergel variopinto de sensaciones y experiencias. Una casa confortable rodeada de verde césped, frutales de todos los tipos, flores como no podía ser de otra manera, lo entrego todo por aquel enclave para convertirlo en un lugar digno con todos los servicios. Su cuñado Gustavo Buonaffina trajo el agua desde una distancia de 1 kilómetro del cercano Mahomo y Calazan se hizo su guardián para poder convertirlo en un proveedor constante y confiable de agua para su casa, animales y sus cultivos.

Pero a Calazan le devolvió a picar el gusanillo de la expendeduría y aquel lugar tan hermoso que se divisaba desde el pueblo y que muchos se preguntaban que era, debería ser compartido y disfrutamos por más gente. Así lo convirtió en lo que el mismo llamo, la Cueva del Indio; un modesto lugar donde la gente acudía para disfrutar de la vista magnifica del pueblo, con una comida casera variada y exquisita, y como no podía ser de otra manera, con la mejor atención y muestras de cariño del siempre cordial, Calazan.

La Cueva del Indio se convirtió en el lugar favorito de muchos Cariperos, allí acudían familias enteras a celebrar sus más importantes eventos sociales y así convirtió su casa en un lugar para todos. Abre las puertas a propios y extraños haciendo gala de su bondad, generosidad,.. recibiéndolos con su amable sonrisa y trato amigable. En pocos años la Cueva del Indio se convirtió en un lugar de referencia de visita más allá de los límites de Caripe, pero de nuevo el país cambio y con el la vida de todos quiénes lo habitabamos, afectando la economía del pueblo y la de sus visitantes. Por supuesto la de Calazan.

Las visitas se vieron mermadas como en la mayoría de los restaurantes del pueblo. Como en la vida de cualquiera, duros golpes afectaron su vida, mueren seres queridos, vaivenes económicos van mermando su salud, la edad ya no le permite hacer aquellas labores agrícolas que tanto le gustaban y entretenían y el país se convierte en un lugar sin tregua dónde sobrevivir es la labor de cada día, Caripe ya no es el mismo y Calazan tampoco, su salud cada vez más deteriorada, le exige más esfuerzo en sus tareas diarias de mantenimiento de aquel lugar tan especial. Sin embargo él pone todo cuánto puede y tiene por conservarlo. Calazan se deja la piel y la vida en aquel lugar.

Y eso tiene la vida, que te pone caminos pero todos conducen al mismo sitio y Calazan con la bondad y misericordia de Dios hoy ha llegado a ese destino. Pero dejando con orgullo profundas raíces y huellas, cosas reales palpables y otras intangibles perduraran por siempre mientras mantengamos vivos los recuerdos, nuestros corazones hoy tocados por su perdida buscaran en el alivio y en sus memorias. Nos consuela que ahora está en un lugar mejor al lado de otros ángeles de su familia. El hombre de las flores vivió su vida como aquellas flores que cultivo una vez y en esa tierra del Copey quedaron las semillas de las que brotarán plantas, nuevas flores, que nos darán motivo a pensar, que vida de Calazan sigue allí, el hombre de las flores sigue allí y no se ha marchado.

Escrito por Luis Carlos Buonaffina.

Creador y director de Caripe Virtual.