El hijo de Anastasia y las Pozas Encantadas de Caripe.

El hijo de Anastasia y las Pozas Encantadas de Caripe.

niño de anastasia

Las pozas de los ríos de Caripe, están llenas de anécdotas o cuentos de misterios y entre los tantos que existen se encuentra el de "El hijo de Anastasia y los encantados de La Poza de El Clavellino" en el río de El Guacharo. El Rio de El Guacharo, nace en las sagradas montañas de la Cueva del Guácharo, donde se forma el Salto Chorrerón y "La Poza de La Paila". En su paso por la Cueva se une el río o corriente de agua que sale de sus entrañas, siguiendo su cause que pasa por las poblaciones o caseríos de: El Guacharo, La Cuchilla, La Peña, y Amanita de Caripe. Quizas, el rio de La Cueva es el que tiene mas pozas de encantados en Caripe- Son pozas de aguas cristalina, entre fosas pedregosas con granza y raíces de arbustos, rodeadas de una maravillosa vegetación, donde existen pozas de encantados como: La poza del Clavellino y La poza de La Laja, en el caserío de El Guacharo, que estaban separadas por barrancos y arboles de clavellinos, laureles, maros y bucares. Sus aguas cristalinas, siempre están perfumadas y adornadas con flores del monte, como las Clavellinas, los alelies, azahares de café, naranjos y mastranto que le impregnan ese toque mágico del encanto que tiene la naturaleza en Caripe.

La poza de "El Clavellino", por uso y costumbre perteneció a las mujeres, especialmente a las muchachas solteras y la poza de "La Laja" a los hombres, o muchachos solteros del poblado.

Ningún hombre del pueblo dejaba ir a su mujer a la poza del Clavellino, ni ninguna mujer le permitía a su marido que se bañara en la poza de La Laja, para evitar cualquier comentario de infidelidad marital con los encantados o las encantadas.

Las muchachas iban en grupo a lavar y a bañarse a la poza de El Clavellino, y formaban su bochinche, algarabía o jolgorio, cantando, gritando desaforadas, disfrutando su orgía encantada con una demencial emoción que duraba desde las una hasta poco menos de las cinco de la tarde. Los días martes y viernes eran respetados, nadie iba a las pozas por que era para los encantados y encantadas.

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Modesta Rodríguez, la matrona fundadora del pueblo de El Guácharo, respetada y temida por su lengua viperina, carácter fuerte y con fama de bruja, aliada del "Anima Sola", decía: "que las muchachas iban a lavar a la poza de El Clavellino para tener relaciones sexuales con los encantados" y cuando alguna mujer quedaba preñada, ella le hacia seguimiento hasta que daba a luz un niño o niña. Modesta Rodriguez, era la primera que iba para revisar, comparar la genética o rasgos paternales del recién nacido o nacida, y si no coincidían con los de la familia del marido o padre de la criatura, de acuerdo a su apreciación. entonces como matrona del pueblo rumoraba: "Que ese niño o niña era de un encantado". También se decía "que los hombres iban a bañarse a la poza de La Laja, por que tenían relaciones sexuales con las encantadas".

Contaban los muchachos de la época, que vivieron la experiencia, "que al llegar a la poza, sentían una extraña excitación erótica, comenzaban a relajarse extrañamente, hasta que sentían que soplaba una suave brisa que salia de los arboles que rodeaban la poza, luego se acercaba una sombra con figura de mujer, que los incitaba a meterse a la poza y allí disfrutaban en pareja aquella extraña relación de pareja con una encantada".

De esas relaciones de encantadas y encantados con hombres y mujeres, nacieron los miles de duendecillos o duendes que pululan o andan todavía por todos los ríos y montañas de Caripe. Estos duendes o duendecillos viven o conviven en las profundidades de La Cueva del Guácharo, donde llegan de todas partes por senderos distintos, siempre guiados por el "Dios del Monte, de los Ríos y la Montaña", que convive con ellos, como su padre protector, disfrutando plácidamente, el indescriptible bullicio de los guacharos y murciélagos sin alterar el suave murmullo de las aguas cristalinas y encantadas del riachuelo sagrado que sale de de las entrañas de la montaña en la oscuridad de la cueva.

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Cuando Anastasia Chacón, comentó que estaba embarazada de los encantados de la poza del Clavellino, fue todo un acontecimiento. La gente lo trataba con reserva y se convirtió en comidilla para la gente del pueblo. Según ella, nunca había tenido relaciones con hombre alguno, y ademas Anastasia era una muchacha de su casa, tenida como de buena conducta, que nunca salía con nadie, ni se le conocía novio o pareja en el pueblo. No había nada para pensar lo contrario, por lo que la gente y su familia así se lo creyó. Hubo un acuerdo familiar y de todo el vecindario, para reunir a las comadronas de la zona. Después de ese cónclave de parteras, para ver quien se atrevía a acompañar a Anastasia en su parto, todas las partes estuvieron de acuerdo que debería ser la comadrona Victoria Ramirez, por ser la más bruja y hechicera, la que tenia la oración de "San Ramón", que había heredado de su madre que también fue comadrona. Pasaron los nueve meses y el dos de Noviembre de 1.921, se le presentaron los dolores de parto a Anastasia. Por ser día de todos los difuntos la gente hizo todo tipo de conjeturas sobre lo que iba a nacer aquel dia, llegando a decir: “Que a lo mejor pariría un perro de agua, o una anguilla, tal vez un enano con dos cabezas o simplemente un encantado, sin ojos, ni boca, ni nariz. Los cazadores del pueblo también se prepararon con sus escopetas, sus perros de cacería su mascada de tabaco y demás oraciones del monte, por si acaso "El bichito" al nacer salía corriendo en busca de las aguas encantadas de la poza del Clavellino o de La Poza de la Laja.

Como a las cinco de la tarde, la comadrona se apareció a la casa de la parturienta, con un flacuchento gatito negro entre el sobaco, una capotera con una botella de ron con tres claveles blancos adentro, un puñal con cruz de hierro, una bolsita con tres granos de sal gruesa, tres agujas de cocer, una cinta negra, una totuma de agua de la poza del Clavellino, una cuarta de tabaco en rollo para mascar, con una mascada en su boca y siete tabacos en sus pertrechos para chuparlos durante el alumbramiento. Inmediatamente pidió un tizón (un palo de leña prendido en el fogón), encendió un tabaco, le ordenó a los padres, hermanos, demás familiares y amigos de Anastasia, que abandonaran la casa, que las dejaran solas. Entró al cuarto de la muchacha, que ya estaba en su catre retorciéndose con los dolores de parto. La comadrona se tomo tres largos tragos de ron con claveles blanco, le dio tres chupido a un tabaco con la candela para adentro, clavo su puñal de cruz en la pared de barro, amarró el gato negro en la pata del catre, le dio un trago de agua a Anastasia de la que tenia en la totuma con agua de la poza del Clavellino, echó tres escupitazo de tabaco sobre la panza de la muchacha, se tomo otro trago de ron con claveles blanco, se persigno invocando la oración de San Ramón, comenzó su faena de partera. Anastasia había quebrado fuente y comenzaba el proceso de paritorio.

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Pocos minutos después de aquel ritual de fe y brujería, se escuchó el llanto de un niño, el llanto angelical de una criatura humana en perfecto estado y sin ninguna anormalidad extraña. La comadrona medio borracha, molesta, iracunda por la impresión del natural parto. Antes de cortar el cordón umbilical a la criatura sorprendió a Anastasia, con un aterrador grito con autoridad matriarcal, preguntándole: “Anastasia de quien Carajo es este muchacho tan hermoso?” Anastasia, sorprendida por el grito, sin pensarlo dos veces, se le salió la verdad y le dijo:. “Ese es hijo del marido de mi mama” mi padrastro. La comadrona le ripostó con mas rabia todavía: Así es la vaina Anastasia!, que mi compadre Leoncio, es el encantado que te empreño? Ahora resulta que tu hijo es hermano de tus hermanos los hijos de mi comadre, y mi comadre y mi compadre son los abuelos de un encantado? mejor es que yo te saque de este embrollo, me lleve a este encantado sin que nadie lo vea, decimos que es un encantado y que yo se le lleve a su padre para la poza del clavellino y guardamos el secreto para siempre.

Anastasia en medio de la confusión y el miedo, acepto la propuesta de la comadrona, permitiéndole que se llevara inmediatamente a su criatura. La comadrona hizo la limpieza a la parturienta. tomo al niño y se marcho en la oscuridad de la noche con rumbo desconocido. Lo curioso que Victoria Sanchez, la comadrona de la comarca, no tenia ni tuvo hijos, pero si, crió muchos ahijados de madres desconocidas y seguramente entre esos estaba el hijo de Anastasia, que nunca nadie supo de su existencia quedando en el pueblo el enigmático cuento de: "El hijo de Anastasia y las pozas encantadas de Caripe".

Escrito por: Jorge Martínez R / laguanota.blogspot.com

 

 

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