Reportajes

Un encuentro con Río Colorado:
Hacer estos paseos por el pueblo me hace afortunada, no sé si pueda cumplir mis sueños de recorrer cada rinconcito escondido de nuestro amado Caripe, lo cierto es que disfruto cada caminata a plenitud, con ellas puedo huir un rato de la angustia mundial que estamos viviendo con el covid, mitigar el dolor que me ha dejado la partida temprana de seres muy queridos así cómo también reír, enamorarme más de los azules y verdes que predominan en el paisaje, igualmente para presumir y decir allí ya estuve, finalmente poder agradecer la experiencia, la compañía, respirar y confesar he sido feliz.

    
Ir a Río Colorado fue un destino que siempre estuvo presente en mi itinerario de lugares por visitar, ahora sí allá fuimos, para llegar a nuestro destino pasamos por la población de Quebrada Grande, su calle principal bastante solitaria, un sol radiante, un colorido multicolor en la vegetación, muchas vetas de naranja y amarillo, son regalos de bucares y apamates en flor.

En lo alto de los árboles vimos hermosisimos mazos de orquídeas. Después avanzamos varios kilómetros entre la vegetación con frondosos árboles hogares de muchos pájaros que cantan alegres para darnos la bienvenida , a lo lejos divisamos el gran puente metálico que anuncia estamos cerca, sonrisas de emoción.

En éste punto está la unión de los dos ríos más importantes del Municipio, río Caripe y Colorado. Es una delicia sentir la brisa, así como escuchar el sonido del río; enormes piedras acompañan el paisaje.

Seguidamente avanzamos para llegar a la poza de Lorenzo ( esté nombre por el señor Lorenzo quién siempre ha vivido con el río a sus espaldas) es allí dónde nuestros afectos de la infancia vienen a la mente, la dicha de recordarlos.

Una vez en el lugar nos ubicamos frente de la casa del señor Dimas un lugareño muy amable y encantador, nos facilitó uno de los dos kioscos que tiene frente de su casa.El señor Dimas nos invitó a mis amigas y a mí a visitar una naciente de agua que está en el fondo de su casa, caminamos unos cuantos metros y en una loma cubierta de mucha vegetación está una quebrada que dice él " tiene agua todo el año ".

Y arriba dentro de las piedras y la arcilla este prodigio de la naturaleza, en verdad es algo que todos deberíamos ver y experimentar, el lugar es bastante húmedo e inestable cuando subí detrás de la caída de agua pude sentir cómo se hundían mis pies. Es un gratificante privilegio este hallazgo. Luego de disfrutar el río, descubrimos un enorme chorro de agua, nos dijeron que es un desagüe de los embalses de agua que alimentan la tubería que mandan el agua para el pueblo.

Este chorro nos permitió conectarnos con el espíritu del agua, llenarnos de gratitud y bendiciones. Así nos despedimos del río quién siempre aguarda a sus bañistas. Hasta una próxima caminata.

Escrito y Fotos de Sandra Giannantonio.