Caripe,...
más cerca de tí.
Creada por Luis Carlos Buonaffina
Dirección
Venezuela
Feliz año nuevo para todos. Volvieron las caminatas. El primer recorrido del año 2021 fue al poblado del Perú, el camino que tomamos para subir fue por el sector el cementerio, algunas personas nos dieron de referencia que el recorrido sería de 40 minutos, pues a nosotros nos llevó casi dos horas y afortunados que conseguimos un excelente guía, un amigo que iba por leña y nos acompañó, gracias Enrique.
Les cuento al final del caserío el cementerio, estan varías haciendas de café, por allí dentro de los cafetales hay un camino muy empinado, con mucho fango y de cuidado, los zapatos se quedaban pegados en el fango por lo que se nos hizo lento y peligroso puesto que es muy fácil caerse y quedar embarrado hasta los cabellos, o golpeados por las piedras. Por allí apenas dos o tres descansos, muy poco recorrido de terreno plano, es prácticamente subir la montaña a más de 940 metros de altura.
Un magnífico ejercicio para obtener equilibrio y fortalecer las piernas. Hay trechos donde no se ve el cielo, solo el verde de los árboles y el marrón del fango, son caminos dentro de la montaña transitados por bestias y que fueron el día a día de los abuelos y bisabuelos que forjaron con trabajo y constancia esas haciendas de café.
Allí dejó el señor Toño Silva junto a su hermano Chucho su legado, hombres honestos y de trabajo que hicieron de esas tierras unas prósperas haciendas de café. Al terminar los cafetales hay un portón hecho de alambre y palo que abre paso al caserío de El Perú.
Lo primero que conseguimos fue la antigua casa donde funcionaba la escuela primaria, fue allí durante la década de los años ochenta y noventa donde la maestra Aura Gamboa de D'Arthenay, por cierto mi adorada tía trabajó, allá dejó huellas de agradecimiento y alegría en los corazones de muchas familias.
Por años recorrió esos parajes algunas veces caminando cuando el carro del señor Hilde no subía. La brisa que acariciaba mi rostro me hizo percibir su aroma y visualizar su candida sonrisa, muchas lágrimas aguaron mis ojos de nostalgia y alegría, por recorrer sus caminos también.
El caserío parece desahabitado las personas no estan en el frente como en la mayoría que hemos visitado, los niños parecen ser los dueños del lugar, todos simpáticos y sonrientes. Hay muchas casas de barro, el paisaje y el clima son espectaculares, se siente que caminas sobre las montañas.
Para regresar tomamos un atajo, hicimos el descenso con una amiga de la localidad que venía al pueblo para un compartir y amablemente acepto nuestra compañía, durante el recorrido me contó que era ahijada de la maestra Aura.
El regreso fué más rápido, menos fangoso, bastante estrecho el paso igualmente sin ningún descanso plano hasta llegar al sector de el Pedregal. Este camino también son haciendas de café. Hermosísimo el paisaje. Es una experiencia maravillosa disfrutar de la naturaleza, contemplar muestras montañas, ver correr y jugar a los niños, recibir la amabilidad de los lugareños, compartir nuestros sentimientos de agradecimiento por ver, sentir, escuchar, la alegría de un día de plenitud. Espero que lo disfruten. Hasta la próxima. Les quiero.
Fotos de Sandra Giannantonio.