Reportajes

Caripe es un de los pueblos más bellos de nuestra amada Venezuela, ubicado en el Estado Monagas donde abunda el llano y las temperaturas promedios anuales sobrepasan 28 grados centígrados, pero Caripe comparte sus características físico naturales con la región geomorfología de la Costa montaña, con el mejor clima del Estado y un relieve de montañas espectaculares, donde el trabajo de la tierra es el sustento de la mayoría de su gente, saben algo son generosas estás tierras para quienes las trabajan, más no es valorado este esfuerzo y dedicación, para llegar a los sembradíos en lo alto de las montañas hay que tener resistencia y condiciones físicas, los caminos generalmente son muy accidentados, conseguir el agua con el que riegan los cultivos no es tarea fácil, además de los peligros que abundan en esos predios, en verdad que en la cadena de comercialización el que más trabaja y arriesga es el que menos gana, pienso como dice mi amiga la profesora Isabel Rodríguez "hay que quitarse el sombrero ante estas personas que tanto esfuerzo hacen para que haya variedad, sabor y color en nuestras mesas". Apreciemos y valoremos a los agricultores sobre todo a los que lo hacen en ésos lugares tan apartados, allá arriba en las montañas.

Caminando con Sandra en esta oportunidad recibió la invitación del señor Jesús Laverde un agricultor a todo terreno y de Carlos Betancourt otro agricultor que ama y sigue apostando a la tierra, acompañados de Jorge García alias el llanero dedicado a tan noble labor, para ir de caminata al Cerro El Cantón donde tienen las siembras que orgullosamente les dan el sustento, se acordó salir muy temprano para alcanzar ver el amanecer, así fué cómo una vez estando en la casa del amigo Jesús ubicada en el sector de El Corozo iniciamos el recorrido.

Para acceder al camino que va para el Cerro El Cantón hay que tomar un desvío a un lado de la carretera nacional como referencia la casa de la señora Xiomara Rivas de Luna muy cerca de los conocidos kioscos donde otrora se vendían gran cantidad de hortalizas, verduras, flores, plantas ornamentales entre otras cosas, una parada segura para los visitantes, con la mano en el corazón espero verlos así otra vez.

Es por allí donde se abre una carretera de tierra amplia que a unos cuantos metros se reduce y empieza un camino angosto de piedras, no esperas mucho, enseguida aparecen las cuestas, al principio necesitamos un poco de luz artificial pero luego la luna nos aclaró el camino, ella nos acompañó siempre aún después de salir el sol la podíamos ver, el sol apareció despampanante sin lugar a dudas sus destellos nos dejaron ver ráfagas bellísimas de colores. Hicimos ciertos descansos disimulados un poco por mí para hacer algunas fotos que requerían más precisión y enfoque.

El grupo en esta oportunidad se dividió: unos hicieron la travesía en bestias unas mulas ( animal híbrido que resulta del cruce de yegua con burro) que el amigo Jesús consiguió para aliviar el camino que es bastante accidentado, para sorpresa del grupo los dos más jovencitos que nunca habían montado una bestia lo hicieron muy bien tanto que no se bajaron sino para desayunar, mí esposo los acompañó también, ellos por supuesto iban de primero y disfrutaron del camino en las alturas.

El otro grupo caminamos, íbamos embelesados de tanta belleza, escuchando todas las anécdotas y explicaciones del amigo Jesús dueño de casi todo el cerro, una historia que me llamo la atención y les comparto es que en el cerro viven unos encantados seguro que han escuchado hablar de estos seres que son cómo el viento no se ven a simple vista y tampoco todos los podemos ver, pero se sienten sus acciones, según hay de dos tipos, blancos y negros, les digo que con los oscuros mejor es de lejos, también nos dijo que su bisabuelo el señor Amelio Esparragoza hablaba con los blancos y tenían buena comunicación, hay que tener respeto a estás creencias forman parte de la impronta cultural de nuestros pueblos.

En un tramo del camino se ve un laderal de nuestro principal ícono emblemático la Cueva del Guácharo. Desde este cerro hay muchas vistas, es un Mirador con varios ángulos tiene una altura aproximadamente desde la cima de 1.800 metros, se puede ver el sector la Elvira, las montañas del Perú, el cacerio del Guácharo, en primera plana Las Taparitas, por otro lado vemos el conjunto de montañas que bordean el Potrero de Las Misiones, se ven algunos quemadores de gas (mechurios) hacia los lados de la ciudad de Punta de Mata municipio Ezequiel Zamora.

También se ven varios invernaderos, las cabañas la Coradeña, las cordilleras que están cerca de la represa de San Francisco, el Palmar de Periquito, es impresionante todas las vistas que se pueden apreciar desde este cerro. Allí se encuentran distribuidas por casi todo el terreno desde mi conocimiento piedras igneas, algunas tienen perforaciones extrañas hay mucho trabajo para investigar en ese particular. Se ven varías cuevas, algunas exploradas otras a las que los lugareños le tienen respeto.

Entre la vegetación abunda el maguey, hay hierbas que permiten el deslizamiento una tremenda diversión, hay árboles de copey, una fauna abundante en aves, su canto, la brisa y todo lo vivido nos deja enamorados del lugar. Disfrutamos de un cielo despejado con un azúl intenso, les confieso que fué un paseo para repetir, yo les cuento pero nada es igual como vivirlo.

Pudimos disfrutar de los sembradíos que en la actualidad tiene el amigo Jesús, el dice que en el período de lluvias el cerro está más hermoso, hay muchos cultivos, flores y el verdor es mucho más intenso, recorrimos las siembras de lechuga y zanahorias. Regresamos cansados pero felices, con todas esas bellezas en el corazón, muchas fotos para compartir, al llegar nuevamente a la casa del amigo Jesús Laverde nos encontramos con un suculento sancocho de gallina criolla hecho con el ingrediente especial mucho amor por la señora Briceida Morocoima la mamá de Jesús, imagínense agradecidos y felices por ser atendidos con amor y afecto, nos sentimos en familia.

Después de hacer este recorrido aprendí que la agricultura artesanal tiene un valor que generalmente no pagamos, les confieso que no voy a pedir rebajas a éstos agricultores, son ellos los que saben el valor de lo que cosechan. Hasta una próxima aventura. Los quiero.

Escrito y Fotos de Sandra Giannantonio.